26J, España escribe su futuro

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Fuente de la Plaza de España, Barcelona. 1929, Josep María Jujol que representa a los tres ríos que desembocan en los tres mares que rodean a la Península Ibérica. /BARRETO

La libertad requiere espacio. La libertad no pertenece al tiempo y nuestra mente tiene que mirar a la vida, ese enorme movimiento sin ser esclava de las horas, de los días, de los años. La palabra es lo más bello que se ha creado, lo más importante que tenemos los seres humanos, la gran llave de una buena comunicación entre los países y entre las personas para crear nuevos horizontes. Pero el futuro nos tortura y el pasado nos encadena. El momento presente es el campo en el cual transcurre el juego de nuestra vida y hay que aprovecharlo. Pero desafortunadamente,  ese  juego de sombras y de luces  no siempre nos hace salir bien parados de nuestros proyectos, por ese motivo hay que saber escuchar y utilizar ese bien tan preciado y poco valorado instrumento como es el lenguaje.  Cuestionar, dialogar, buscar juntos un proyecto en común y no solamente estar a las órdenes sin opción de confrontar opiniones que nos beneficien a todos por igual. ¿Realmente amar a una nación es vanagloriarse de que todo lo que se ha hecho por ella esta bien? Reconocer estar equivocado es un requisito unánime para todo político que en realidad quiera favorecer a su país. Uno puede apoyarse en su puesto pero jamás sentarse en él e incluso estando en el trono más alto todos nos sentamos sobre nuestras posaderas. La memorización, comparación, asociación de ideas, todo ello se llama aprender y, sin embargo, esa asignatura ha resultado ser una pura distracción de lo que la realidad esconde. Todo movimiento de búsqueda queda convertido en un círculo vicioso y cuanta más voluntad  y empeño se ponga en ello, más imposible resulta. Cuando se concluye una condición que imposibilita florecer a otra, nacerá esa nueva esperanza. Con sus tropiezos y con sus logros, si no todavía estaríamos moviéndonos en carros tirados de caballos y  alumbrándonos con las antorchas. Una mente sin posesiones de hazañas oníricas y la observación de las simples ilusiones humanas proporcionan en primer paso de un progreso y una buena gobernabilidad. Nada permanece, todo tiene que cambiar. El primer paso es el importante y los grandes monopolios se resquebrajan por su difícil sostenibilidad, acuerdos y consensos  en horizontal  que son la base que hacen que toda «unión» se deshaga.  Una humanidad cara a cara, real y sin creencias. El deseo, el odio, el dolor son las universales  etiquetas del hombre hacia el hombre. Y ante todo vitar que esos cielos de esperanza de las personas se conviertan a toda costa en el juguete preferido de unos cuantos que hacen castillos de arena junto al mar.

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