Con el mundo a sus pies cualquiera puede volar y encontrarse con esos paisajes no vividos que durante mucho tiempo hemos ido albergando en nuestro archivo. Si, en ese lugar donde todo cabe y donde nada queda excluido por muy insignificante que nos parezca. La vida a veces es como ese columpio atado a la rama de un árbol donde nuestra infancia creó los más bellos lienzos y también desde donde nos subimos para observar cuanto nos falta aún para conseguirlos. El destino mezcla las cartas y nosotros las jugamos. Siempre estamos jugando, y aunque veces estamos lo estemos pasando mal debemos de poner esa chispa de juego en ello. Porque la vida se compone de eso, de saber jugar en cada instante, con sus temores y sus contradicciones y nada se escapa de lo que realmente somos capaces de lograr. En la tumba de los matices de la existencia es donde crecen los laureles de las victorias. Por debajo de nuestros pies existen esos mundos que de cerca no divisamos pero que son los cimientos de nuestro crecimiento. Para que surja lo posible hay que intentar las veces que sean lo imposible, de lo contrario habremos perdido la batalla más importante de encontrarnos esos paisajes no vividos que conforman nuestro crecimiento y nuestra libertad.
Reblogueó esto en EL ECO DE TUS PALABRASy comentado:
Bellisimo. Gracias. Reblogueo con tu permiso. Un beso
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