Ansiedad climática

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Nos sorprendemos con el cambio de temperaturas y también nos entristecemos al ver como la tierra convulsiona frente a nosotros. Igual que todos los caminos van al mar la naturaleza se abre camino en ese afán de sobrevivir pero ahora parece que le está costando más que nunca. Buscamos soluciones de un día y sin embargo los días son como espadas que hacen mermar el equilibrio del clima. Nos llenamos la boca cuando somos capaces de reciclar los residuos domésticos para luego coger el coche e ir hasta la esquina ocupando éste con un solo pasajero. ¿Qué estamos haciendo? Nos hemos vuelto tontos de narices o por el contrario vamos dando palos de ciego a ver como podríamos componer esta estructura maravillosa y perfecta que se llama «tierra». Las aguas cristalinas de ese pequeño estanque son para este pato un ecosistema maravilloso donde vivir porque se siente protegido. ¿Cuántos habrá que no tengan tanta suerte? El fuelle de nuestro planeta se resiente ya demasiado y nos lo está haciendo verlo por todas partes, pero continuamos haciendo de nuestra vida algo egoísta. Y es que todo tiene un final cuando no hay calidad ni respeto. Los volcanes se revuelven bajo tierra y los corazones de magma estremecen a aquellos que siguen a diario la evolución de dichos movimientos. La secura de la tierra está presa de esa ansiedad climática que poco a poco irá devorando cosechas, montes y refugios para tantos seres vivos que hoy por hoy miran con miedo. Nos sorprendemos y poco hacemos, solo planificar nuestras escapadas de diversión para que luego quede como siempre nuestra huella; suciedad, abandono y olvido. ¿Qué queremos entonces?

Donde no manda patrón

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Donde no manda patrón manda marinero y eso es lo que sucede cuando se intenta mantener el tipo y la comodidad, pero se carece de confianza.¿A cuántos escalones estamos para llegar a un consenso que dé prioridad a las personas y no a los bienes terrenales? Las velas desplegadas al viento se sienten huérfanas de esa dirección correcta que les haga llegar a buen puerto y destrozar el camino sin mermar las posibilidades de un futuro digno para las personas. La tan manida expresión «no dejaremos que nadie se quede atrás» ha quedado en el olvido sin apenas intentarlo porque continúan los favoritismos, el engaño y la malversación de esas manos que todo lo quieren y que tan poco saben. Y como bien decía la canción «Y se marchó, y en sus velas dibujó libertad», sería la hora de hacerse a la mar y diseñar ese camino que todos queremos y que por falta de decisión y valor nos va a costar muy caro. Elevemos anclas y aprendamos a decir NO a quienes hacen de nuestra vida y de nuestro futuro un feudo en su propio beneficio.

Sensatez

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La sensatez hizo las maletas y nos ha dejado desprovistos de ella. A cada cual le motiva lo que realmente quiere sin hacer balance de ello ni tampoco preservar la dignidad de los demás. Cuánto más insensatos más publicidad hacen de ello. Como si fuera algo grandioso y que los va a encumbrar de por vida por las decisiones tomas sin sentido alguno. ¿Hasta dónde llega la idiotez humana en este mundo? Parece ser que aquellos más desprovistos de cultura y raciocinio emergen en esta sociedad como la espuma del jabón. Sensatez marchó un día y poco sabemos de ella porque lo que vemos y sufrimos es toda una batería de falsos propósitos, izquierdas corruptas y derechas que sueñan con los peces de colores. Nada sabemos y nada tenemos seguro en este mundo porque a medida que unos intentan hacerse con todo otros sin embargo se dedican a embellecer sus cuerpos, cambiar sus sexo o crear mundo conflictivos donde el poder de dinero lo dice todo y lo hace todo también. Nada más alejado de la realidad que confundir a la mente y diseñar mundos que poco a poco irán apoderándose de la maravilla que es ser humano. Pero ésto no lo entienden demasiado porque en el interior no hay nada. ¡Una lástima!.

Solitaria y sabia paciencia

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«Hijo mío te he estado buscando, desde el tiempo en que montañas y ríos aún estaban sumidos en la oscuridad.

«Te buscaba cuando aún yacías en un sueño profundo, a pesar de que el repetido sonido de la caracola ya había resonado en las diez direcciones. Desde nuestra montaña ancestral oteé tierras lejanas y reconocí tus pasos sobre innumerables caminos. ¿A dónde vas?. En vidas anteriores me tomaste muchas veces de la mano y juntos disfrutamos caminando. Largas horas nos sentamos al pie de los viejos pinos. Sentados lado a lado y en silencio, escuchábamos la dulce llamada del viento y contemplábamos el pasar de las blancas nubes. Para mí recogiste la primera hoja roja del otoño y yo te guié a través de bosques sumidos en la nieve. Pero por mucho que nos alejábamos, siempre regresamos a la montaña ancestral para estar cerca de la luna y las estrellas, invitar cada mañana al sonido de la gran campana y ayudar a todos los seres a despertar». Poema: En el lindero del bosque. (Thich Nhat Hanh).

El simple acto de respirar y escuchar el sonido de una campana de entrenarnos en el arte de parar. Las campanas nos invitan a ver que somos el mundo, el cosmos, no hay una separación. Abracemos el espacio ilimitado, el tiempo infinito y ese instante se vuelve un momento eterno. El pasado, el presente y el futuro están contenidos en ese instante. Cada día posee su propia serie de pensamientos, palabras y acciones. Vive en armonía con ella.

Pisando fuerte

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¡Cómo nos asombrábamos al escuchar esta afirmación! Pisar fuerte era igual que reconocer toda una serie de valores y decisiones que alguien tomaba estando muy seguro de ello. Cuando nos tropezábamos con ese tipo de personas decididas y llenas de valor parecía que en un abrir y cerrar de ojos las situaciones complicadas iban a ser reconducidas y sobrestimadas.¡Lejos aquellos tiempos de los de hoy! No hay quienes pisen fuerte sin causar daño, sin aprovecharse de los demás y sobre todo hacerse ricos de la noche a la mañana. La sociedad esta muy débil y también muy enferma. Aquellos que intentan vivir a tope el momento presente sin medir fuerzas, ganancias y todo aquello que crean ver como algo extraordinario en sus vidas muy pronto tendrán que contar monedas y ajustar bolsillos. Pero la verdadera gangrena social está en las manos y el poder de esos que no pisan fuerte sino que abren brechas infranqueables entre las personas. Esto no es pisar, esto es amedrentar para sacar un provecho ilícito de donde quieren. No hay pisadas fuertes hay solamente corrupción y desarraigo por los demás. Vivimos inmersos en un pozo que se sigue construyendo de mentiras y de saqueos. Cada vez más las generaciones venideras están perdidas y decepcionadas. La ilusión se ha escapado de los colegios y la violencia ha tomado las calles. Nada es seguro, todo es circunstancial y pobre de aquel que sea un ápice distinto a los demás porque el calvario lo tiene asegurado. La sociedad huye de sí misma porque se tiene verdadero miedo a enfrentarse pisando fuerte y haciendo de esta sociedad un lugar digno para crecer.