
La rama de la palmera se mece sobre el acantilado en calma de la costa de Bajamar,en Tenerife. A modo de canción de cuna hace brillar el aire de la tarde en un pasacalle de destellos encadenados. Realmente estamos haciendo algo para que dicho lienzo deje de existir para siempre? Poco o muy poco porque los intereses suben y las decisiones se tornan cada vez más inexplicables. Duelo ecológico por la falta de decisión de tantos y de todos ya que sin ilusión nada se consigue. Hallan significado en esos mundos sutiles no sometidos a la fuerza de atracción por otro cuerpo. Contemplar la ingravidez de mundos lejanos a la mano del hombre y que nada nos piden a cambio por observarlos sin buscar en ellos una respuesta coherente. Están ahí para nosotros y apenas percibimos su mensaje. Ver pintarse el sol cada mañana o volar bajo el cielo azul dejando que el aire nos despeine para envolvernos de magia. Es el tiempo, el que no da explicaciones y posee todas las respuestas de la vida sin contratos ni vacilaciones. Es el despertar transparente de lo que realmente vale la pena y sin embargo es un empeño estar en contra de él por parte del hombre y que ahora buscan soluciones cuando el daño ya está hecho. Antonio Machado decía: «Revivir el tiempo como algo que nadie puede detener». Practicar la reverencia por la vida ha de ser la capacidad innata de todo ser humano.