
«Los mundos diferenciados de la sociedad están más que nunca al clamor de quienes dicen tener la llave mágica para resolver nuestros problemas y aquellos que pasan de todo y de todos con tal de que no se les importune. La gran carrera por llegar se desvirtúa cuando intentan poner palos en las ruedas y fomentar la crispación e incredulidad al comprobar que todo se monta en andamios de cristal y dioses de pies de barro. La ignorancia de llamarse «experto» hoy por hoy se ha convertido en una doctrina donde los que menos saben se cuelgan las medallas y los que más intentan beneficiarse del descalabro de dichas doctrinas. Arriba, el puente se nos presenta abierto frente a un horizonte casi nítido porque los vientos soplan fuertes y las calimas de la ignorancia no nos dejan pronósticos muy halagüeños. Mientras abajo, observa entre la oscuridad de la maleza a modo de gigante que escucha y asiente. Que se muestra cauteloso pero discreto en el ir y venir de esas pisadas de los que corren en la gran carrera para hacerse con el mejor sillón. No olvidemos que las circunstancias cambian más deprisa de lo previsto y por muy «experto» que se considere hasta una hormiga le puede hacer caer.