
Estamos habituados a crearnos esa coraza que nos oprime y nos condiciona cuando no somos capaces de aceptar la realidad que nos rodea. Con la ayuda de aquel entrañable monstruo al que hizo su amigo el protagonista del guion cinematográfico, cambio su vida llena de temores e inseguridades. Pero no todos los «monstruos» son como aquel y nos casamos con el mediador erróneo. Todo vale a la hora de seguir como hasta ahora, haciendo descalabrar la economía, justicia, las relaciones entre los pueblos de un mismo país. Aferrarse al sillón y firmar un contrato con ese que dice tener la razón pero que sin lugar a dudas es el causante de ese destrozo de las leyes para ser lo más en una España febril y algo convulsa que quema sus días entre la discordia, las malas maneras y la agresividad porque no siente esa seguridad que tras años se ha ido afirmando. ¡Qué ridículo es aquel que se cree único en un pedestal de arena! Aquel monstruo que creó lazos de amistad en la entrañable película dista tanto de estos que engendran mundos irrealizables haciéndonos creer que debe ser así. ¿A quienes intentan engañar señores? La caída será dura sin dudarlo, porque no hay nada seguro en la vida. Ahora toca desnudarse frente al monstruo y es ya le estamos viendo su verdadera sonrisa. ¡Cuidado!