
Agua que no has de beber, déjala correr. Hemos escuchado tantas veces y algunos no le dan el significado que bien se merece. Buscamos todo lo que nos deslumbra pero apenas nos detenemos en observar si verdaderamente es lo que necesitamos. Otros corren peor suerte porque con nuestros «antojos» quedan privados de eso que tanto necesitan. El reto del hombre es el poder, el dinero, el culto al cuerpo y a todas esas pequeñas cosas que con el deseo de superarnos a los demás, vamos perdiendo nuestra idiosincrasia y nuestra esencia. Agua que no has de beber no la malgastes. Deja que siga su curso. Pueblo que no has de gobernar porque no te quieren, no lo flageles con tus caprichos mezquinos y arrogantes. Tú no eres el salvador de un mundo que convulsiona, solamente eres un mero espectador al que no le han invitado para que que lo arregle. Solamente debes dirigir aquello al que fuiste un día elegido y sin embargo no has sabido hacer buen uso de las esperanzas que fueron impuestas para ti. Dejémonos ya de impedir que ese agua que corre por las fuentes pueda llegar y saciar a quienes realmente la necesitas. Tú tienes ya todo lo que quieres y mucho más. Cuando tus pies de barro se diluyan entre la muchedumbre nada podrá volverte a crear.