
Hoy y demasiados días atrás nos hacemos la pregunta: ¿Qué es el poder? Sin demasiado convencimiento nos atrevemos a compactar una serie de ideas para que la respuesta sea lo más cercana a nuestros valores. El poderío que emana de ese precioso caballo nos muestra su poder limpio y sincero que expresa la manera que el animal trata de comunicarnos su valor frente a los obstáculos para llegar a su meta. Nada tiene en común con el empoderamiento al que se están afiliado muchos con el único fin de pasar a la historia por sus hazañas. Lo que el empoderado ve a través de la retina de su ojo es únicamente su propia imagen. Como si de un espejo se tratase el solo hecho de verse reflejado en él ya le hace merecedor de alabanzas aunque no las tenga. La burla y la sin razón son dos de sus atractivos galardones y aún así, jamás se sienten abastecidos de soberbia y de hedonismo. Como el caballo veloz que pone toda su fuerza en conseguir su meta sin causar daño y procurando que todo su mundo sea el orgullo de quienes apuestan por él. ¿Seria entonces una cuestión de empoderamiento obsesivo y malvado aquel que ríe cuando miente y huye cuando está acorralado? Un abismo entre lo uno y lo otro. Cuando soñamos con volar a lomos de un caballo recibiendo la brisa en nuestro rostro no tiene nada en común con los que se encierran en sus posesiones para demostrar al muundo la vasta genialidad de sus acciones.