
Fenómeno muy utilizado por quienes eluden la verdad de unos hechos de tal bajeza moral que emborronan el marco irreversible de una actuación nefasta. Nadie conoce a nadie y sin embargo están juntos en los mismos saraos haciéndoles cómplices de malversaciones y corruptelas. Lo que preocupa esclaviza y por tanto las coronillas se están clareando, las canas se resisten a los buenos tintes y las tensiones oscurecen el rostro despiadadamente. Porque sin conocer a nadie ¿a quién le importa lo que yo diga?¿a quién le importa lo que yo haga? yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré. Somos dueños de nuestros actos y de nuestras decisiones pero cuando la cuchara de la ambición entra en nuestra boca todo parece poco. El equipo de fontanería está a tope en las sedes políticas de este pais. Desnudar al justo para vestir al culpable es el ir y venir de muchas instituciones que intentan pulir lo que el oxido ya ha erosionado. Y a pesar de que nadie conoce a nadie pero todos comemos juntos observé con pena muchos de esos intrusos de la verdad en mi reciente paseo por el sendero de las esculturas (Albacete). El parecido era inmenso. ¡Cuantos habrá todavía que no hayan salido a la superficie! Más vale no adelantar acontecimientos!