
Espero que todavía llegue a tiempo para enviar esta carta. He estado muchos días intentando recopilar todo aquello que me está desilusionando al ver lo lejos que estamos de ti. Las fiestas me aturden porque solamente están estructuradas para saciar inquietudes, crear comodines de compañía y hacerse con el regalo de marca que más llame la atención. Pero al pasear por las calles solamente veo en las caras de las personas ansiedad, soledad y derrota. La derrota que tantos jóvenes ven pasar frente a sus ventanas porque la sociedad los ha ido excluyendo de un futuro. Los amigos no se reúnen ni las familias tampoco, únicamente para lo establecido por esta sociedad. Amarrar las costumbres a los tiempos que corren. ¡Vaya camelo! Y todo por no salirse de los cánones y no quedar mal ante aquellos que ni nos importan y mucho menos ellos a nosotros. Frente a las luminarias exageradas que hoy imperan haciendo la guerra entre los pueblos están los que aún buscan ese resquicio de lo que fue porque no son capaces de comprender lo que es ahora mismo. En este va y ven de mensajes y sin hacer uso de la palabra hablada, de la mano estrechada o del abrazo inesperado no nos queda otra que seguir la conga establecida para no desmarcarnos. Antes, hace ya bastantes años esta carta tendría otra presentación. Pero como todavía tengo algo de tiempo quisiera aprovechar este espacio para pedirte a ti «ilusión» que si no tienes demasiados encargos dediques un poco de tu tiempo a aquellos que aún creemos en los sueños, en la esperanza de vida de las naciones, Del poder que todavía queda dentro de algunos para que den un volantazo y cambie el destino de muchos. Que no hagan sangrar a los que menos tienen y propicie nuevas ilusiones para los jóvenes de ahora porque a este mundo se le acaba el tiempo. Felices Fiestas a todos»