Encontrarse a diario con las palomas en esta plaza de Katmandú es la razón para esta anciana. Sentada en el banco y con su bolsa repleta de maíz va al encuentro con sus amigas. Ya no llama la atención verla ahí todos los días, es algo usual y mientras ellas comen la anciana se ve complacida con su obra. No lejos de comentarios se expanden esas sensaciones de acercamiento hacia las aves y también hacia sus convecinos que deambulan junto a ella sintiéndola como algo más del enclave artístico en ese rincón de la ciudad.