Esa calidad que se nos presenta de repente y nos enraíza con el entorno haciéndonos partícipes de ese momento. Cuando dedicas una tarde al paseo gustar encontrar rincones como este, en el Palmetum de Santa Cruz de Tenerife. Un lugar donde no había nada, solamente escombros. Un sitio que había sido concebido como vertedero municipal pero que, un día alguien tuvo una idea y cambió su destino. Hoy nos encontramos con este museo de palmeras al borde del mar, junto al Auditorio Adán Martín y al Parque Marítimo de la ciudad. Un rincón para evadirse del mundo y estar cerca de él. Ese lugar que pasa desapercibido aunque su magnitud sea hermosa. Como bien digo una tarde distinta sin salir de la ciudad.