Estamos viviendo un abril atípico, triste y muy lento. Continuamos bloqueados mentalmente y apenas nos damos cuenta de lo que estamos perdiendo, en relación con la verdadera esencia de nuestra vida. El valor de las personas y de las cosas ha pasado a ser el propio interés de aquellos que más pueden y más tienen habiendo, dejado sin opciones a quienes de verdad son los únicos protagonistas de la historia de nuestro país, los ciudadanos. Hemos visto pasar frente a nuestros ojos a los actores de esta comedia que ha caído y nos ha dejado ver lo que existe detrás del telón. Esas máscaras políticas que deambulan en los rincones y todo hace presagiar una nueva confrontación de ideas, promesas y sueños, pero que a la altura de este primer acto nos desvela una enorme falta de hacer política y crear nación. Por eso digo que estamos en un abril confuso y gris donde las lluvias han intentado barrer resquemores y reestructurar ideas, pero cuando los últimos coletazos del mes culebrean entre nosotros todo permanece en el suspenso. Si nuestros representantes han suspendido. Pongamos una pizca de ilusión y esperemos a que los vencejos vuelvan a volar bajo el cielo rojizo de la tarde y tal vez mañana la portada de los noticiarios nos proporcione nuevos colores para erradicar ese tiempo triste y gris que sobrevuela nuestro futuro.