A las 16,22 entrará el otoño. La estación de la calma, del dorado sol y de las hojas caducas. Ya el mar se enaltece con la mansa sensación de la brisa. Colores que emulan a un sol cansino a la vez que potente por su luz y su melancolía. Tardes de calcetines, cuadernos, libros y cromos. Esas colecciones que todos empezamos a hacer y solo los más constantes llegan a terminar. Promesas y sensaciones atrapadas en el vuelo de las hojas y miradas al cielo para seguir junto a ellas la migración de las aves. Y es que en otoño sucede de todo. Un comenzar de nuevo porque somos seres de costumbres. Vivimos la mayor parte de nuestra vida con el piloto automático puesto. Nuestra personalidad está creando nuestra realidad a cada instante y apenas nos damos cuenta. Hacer espacio para que entre en nosotros lo nuevo, porque no tenemos que estar buscando aquello que deseamos, solamente aquello que necesitamos.