El día pronosticaba calor intenso y el cielo descorría su cortina sobre la inmensidad del Fuerte Amber. La senda de los elefantes indios es distinta de las demás. Sinuoso camino de tierra que estos animales conocían y se contoneaban bajo nosotras. Era la conquista de una experiencia inolvidable que nos hacía adentrarnos aún más en nuestra aventura y amar a esa tierra de sultanes que tantas veces creímos conocer. La brisa se pegaba a nuestra cara y el aroma indiscutible de aquel paseo nos hizo creer aún más en la singular esencia de Jaipur. La ciudad de los palacios y de las princesas y en la que los atardeceres son exclusivos y el variopinto muestrario de colores nos emborracha en ese estado sublime de la perfección. La mañana fue intensa para todos los que subimos hasta las torres de su castillo. Y los elefantes, fieles acompañantes del hombre, pusieron su listón muy alto una vez más.