Dejemos que sea nuestro yo interno el que vislumbre el enigma. A veces no encontramos ese puntito que media entre una cosa y otra y nos desesperamos por llegar. La paciencia es un don y no todos lo tenemos, pero se puede aprender. Sobrevolamos un lugar del mundo y quizás nos venga a la mente cosas conocidas para asegurarnos el éxito de este interrogante. Lo que sí que es cierto es que nuestro viaje es a tiempo real dentro de lo que podemos llamar «incertidumbre», eso que hace al hombre más desgraciado que despreciable. No siempre la verdad es el mejor puerto para nuestras indecisiones dejemos de una vez por todas a los murmuradores que digan lo que les plazca. Estar un poco lo es a veces la mejor de las corduras. Foto: R/B.