Puente de los Suspiros. Florencia.

A veces la vida parece no tener sentido alguno pero a medida que vamos ahondando en ese sentimiento individual y silencioso, nos parece que tenemos una pared frente a nosotros. ¿Quizás ese sentido se nos disfrace porque apenas sabemos de él? El silencio es el elemento en el cual se forman todas las cosas grandes y cuando nos arriesgamos a ir demasiado lejos es cuando verdaderamente descubrimos hasta donde podemos llegar. La primera vez que visité la bellísima ciudad de Florencia no me paré a pensar en demasiadas cosas que se me cruzaron en el camino. Tal vez porque quería atrapar tanto que se me caían hasta de los bolsillos. No sentía, pero si devoraba por doquier ignorante  tal vez de jamás podría de una sola vez hacerme con esa inmensidad de arte, de belleza y de luces. Y es que esa ciudad posee una luz especial en cada uno de sus rincones. Pase junto al Puente de los Suspiros y apenas «suspiré» porque me faltaba aliento para procesar. Mis sentidos estaban puestos sobre ese lienzo que jamás puedes llegar a absorber de una pasada. Y es que los sentidos van mucho más allá de nosotros. Aunque no lo entendamos ya que lo importante no es lo que ocurre sino como lo afrontas. En ese, mi segundo viaje a esa bonita ciudad mis poros absorbían mejor en una forma de sentir diferente. Fui consciente todo aquello, a pesar de su luz, de sus rincones, de su bullicio y sobre todo de su esencia.