Los amaneceres en Delhi son distintos. Con su fría niebla y su sol a medio despertar se despliegan sobre el Himalaya y frente un cielo inmenso. Abajo la vida resuena y retoma su bullicio cotidiano en una ciudad tan llena de vida que apenas podemos apreciar la nuestra propia. Desplegando la alas buscamos en ese infinito horizonte enmarcado de montañas blancas ese refugio de nostalgia y de reencuentro con lo que verdaderamente es importante. Sabernos merecedores de tal regalo es una condición que la vida misma nos impone por la razón de ser hombres y de dignificar lo bello, lo máximo, lo inconmensurable. Mirando más allá de lo que vemos es donde podras invertir en el mejor negocio: TÚ. Recordemos siempre que nuestra propia resolución de triunfar es más importante que cualquier cosa. Volamos hacia Katmandú. Todo parece imposible hasta que se hace.