No encontré ni una sola razón para quererte más todavía y sin embargo tampoco halle una respuesta lógica y racional para entender tu partida. Cuando todo lo que nos rodea parece envuelto en ese karma ilógico de las ideas estructuradas y los convencionalismos facturados, la razón se escapa de entre los muros de esa condición humana que nos aplasta y nos manipula. Es entonces cuando el corazón reclama toda nuestra atención y nos incita a romper esas ataduras que nos oprimen. Simulando el vuelo de un pinzón azul del Teide quise entrar en esa dimensión exacta a través de la inexactitud de su vuelo libre. Encontré ese dominio que no lleva marcos ni tampoco códigos de barras en esa alerta inconmensurable que cuesta descubrir. Todos los secretos tienen su porqué y todos los misterios su resolución en esa encadenada visión que la transparencia esconde. Y fue en ese momento cuando la nítida luz de aquella tarde de julio abrió mis ojos dando sosiego a mi alma.