Ese cambio, esa mutación es lo que realmente lleva al hombre a hacerse a sí mismo. Si viajamos con demasiado equipaje debemos permanecer muy atentos porque podemos ir perdiendo parte él sin darnos cuenta. Cada vez que nos hacemos mayores vamos necesitando menos cosas para vivir pero también apreciamos mucho más todo lo que tenemos. Caer en ese tic tac de la monotonía no nos hace crecer sino menguar porque los minutos que pasan por nuestra existencia ya no vuelven a nosotros. Solo es pobre aquel que desea más. Intentar abrazar la inmensidad no se puede hacer no los brazos o con la cuenta corriente, solamente con la esencia interior de uno mismo. Nacemos sin nada y nos vamos echando encima abalorios, problemas rencores y sufrimientos innecesarios que terminan corroyendo nuestra vida. La escalera del crecimiento es como el arco iris. Los colores están y no podemos cambiarlos solamente saber poner los pies para no caernos.