Llegan las fiesta de Navidad y los regalos. Los caprichos salen a la luz y dentro de este contexto podemos incluir a los animales de compañía. ¿Es de verdad necesario hacerse con una mascota porque está de moda? Cuantos de nosotros nos echamos la mano a la cabeza al comprobar en las tiendas de animales esas reservas para hacer felices a los niños y no tan niños. ¿Somos conscientes de nuestras decisiones? La palabra en estos momentos es fundamental y la comunicación bien entendida hace milagros. No es decir no a ese sueño de alguien que quiere hacerse con una mascota. Es sencillamente hacerle ver que «una mascota es un ser vivo». Con sus necesidades y sentimientos y no admite devolución como una mesa. Una vez que damos el paso se crea un compromiso responsable con ese animal. Las perreras están a reventar pero gusta más hacerse con ese cachorro que nos presentan en un escaparate. Desde el primer momento que esa criatura nos mira a los ojos jamás nos va a traicionar. ¿Somos conscientes de lo que hacemos? La prueba esta en que los comercios de mascotas se han convertido en «Influencers» del siglo XXI que atraen nuestra mirada sin ser del todo conscientes de ese ofrecimiento desmesurado. No cabe la menor duda de que a los animales se les debe proporcionar todo lo que necesitan y procurarles una vida sana, pero hay que pensar que el capricho de la Navidad será seguramente el estorbo de las vacaciones de verano. Ese compromiso responsable ha de hacernos adultos y conscientes de nuestras decisiones y más todavía cuando se trata de seres vivos que forman parte de nuestra familia.