
Gotas de lluvia sobre el cristal. En esa belleza perecedere que con un soplo de brisa las hará desaparacer. Pero belleza al fin. Transparencia de ese lenguaje sensual que nos aporta placides cuando las vemos deslizarse sinuosamente hasta alcanzar su meta. Ahi está representado el medioambiente en su más pequeña expresión pero que abarca un infinito fotograma de una mañana de dieciembre desde el autobús. Vivimos unos días importantes por la Cumbre Mundial del Medio Ambiente. Un despliegue de medios y de suguridad impresionantes. Un gasto de dimensiones extremas para que unos acomodados se paseen por el mundo. Eso sí todos en sus coches y en sus aviones provados. Por una vez podrían ir en transporte público o en algun medio que no contaminase. Es como el glotón que apoya una dieta alimencia pero él no se priva de nada. Así estamos luchando por el cambio climático pero los que lo han de cumplir son los demás. La letanía de siempre señores. Hoy nada se hace si nos es por propio interés. Con los coches aparcados y asistiendo a la cumbre. Mientras que en el aeropuerto esperan los jets provados para surcar el cielo y poner un poco más de sazón al tema. Habrá muchos que estarán sacando un beneficio de todo esto y sin embargo seguimos admitiendolo. Los protestones de pie de calle son los que más ruido arman, pero mirándolos desde encima del hombro muchos pasarán desapercibidos. Suma y sigue. La vida tiene su cliclo y por mucho que hagamos oídos sordos todos hemos de pasar por ella.