
En aquellos atardeceres tranquilos donde la apreciación errónea de la realida nos trasmite sintonías de un tiempo no lejano. Cruzar junto a la torre del campanario lleva consigo una mochila cargada de recuerdos. A través de los sentidos percibimos ese sonar acompasado de dias, de meses y de años. El tiempo ha transcurrido desde que me fijé tan plenamente en tí y como si de algo nuevo se tratase te encontré mucho mas hermosa que antes. Quizas porque las ondas de mi tiempo están más sincronizadas o tal vez porque mi estatura es otra y te veo mucho mejor. Nada se escapa a esas incognitas que suscriben este flechado en una tarde de enero en la capital tinerfeña. En esa distorsión de la realidad producida por una equivocada interpretación de la misma se halla la esencia dormida de toda ilusión.