
No estamos en condiciones de hacer un balance hoy de todo lo que está sucediendo y sin embargo una fuerza interior nos impulsa a ver como la vida se sigue abriendo camino entre las urgencias de los hospitales y las carencias para luchar por ella.Seguimos siendo los protagonistas de esta historia cuyo argumento se basa exclusivamente en nosostros, en la humanidad que intenta hacer frente a la pandemia. Las promesas se pierden más que nunca en el emiciclo del Congreso porque no se sabe muy bien lo que hacer. Frente a esta marabunta que arrasa sin ser vista y poco a poco se va apoderando de las fuerzas de nuestros «ángeles de la guarda» que caen extenuados en los pasillos de los hospitales. Día 11 y esto va para largo. Ni tan siquiera saben los expertos donde acabará ese túnel que nos conduce a la luz. Brotan palabras y discursos casi sin sentído intentanto distraer lo evidente y soñar con lo incierto. La vida, el objetivo prioritario para que este mundo sea. Sin distinción de edad ni tampoco condición social se nos presenta hoy a modo de fotogramas donde el aliento lleva consigo la palabra «coronavirus» y la distancia de seguridad se llama «confinamiento». ¿Qué hacer o qué esperar? Hacer sin lugar a dudas porque la vida es lo más importante. Esperamos desde hace ya bastantes días y la confusión sigue creciendo. Sin medios no hay solución. Pero tendremos que cruzar más barreras. De las condiciones más nefastas, ásperas y punzantes siempre puede nacer una flor.