
Estamos condicionando dos de los principales valores que sustentan la dignidad humana desde todos los ángulos. Intentamos borrar esos errores que ya no podrán cicatrizar porque solamente se producen una vez en la vida y después ya no hay nada para hacerlos revivir. Esa nueva Europa que en su día se proclamaba hace 75 años como el estado más relevante del viejo continente para crear una fuerza entre todos sus países se ve hoy en una situación preocupante ya que no se ha mantenido esa horizontalidad que debe proporcionar el quilibrio y el apoyo a todos. Pero sin lugar a dudas dos de las jerarquias fundamentales en las que todo debe basarse no han sabido consolidar ese abrazo que tantas veces hemos considerado necesario para todos. Esa quiebra a la frágil unidad de esta vieja Europa se le suman hoy diversidad de frentes que la hacen cada vez más vulnerable a la vez que deseada. Digo esto porque bajo la luna se conspiran muchos planes y a pleno sol se han cada vez más evidentes. En este confinamiento en el que estamos todos inmersos se favorece la ilusión de que un día no muy lejano volveremos a ser los mismos. Pero el miedo hace mella favoreciendo la insolidadridad y eso corroe. Libertad, es el sentído amplio de la capacidad humana de obrar según su propia voluntad. Democracia, sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes. Dos jerarquías que no se mantienen ni tampoco se respetan frente a acontecimientos como los que estamos viviviendo. Esa neurosis noogena, también llamada neurosis de nuestro tiempo nos está llevando a territorios pantanosos en los que ese vacío existencial intentará taparse falsamente pero no podrá desaparecer nunca.