Lo que realmente arrastra al mundo no son las locomotras sino las ideas. Hoy todos intentamos arreglarlo pero lo que sucede es que se nos está convirtiendo en meros expectadores y esclavos de un interés por encima de las más altas potencias. Pero el ser humano es una síntesis de lo temporal y de lo eterno, de lo finito y de lo infinito. Todos nos quejamos de nuestra mala memoria pero nadie de nuestro poco entendimiento y las causas y los efectos de ésta trama no pueden descubrirse por la razón sino por la experiencia. Y al hombre dentro de su insignificacia como individuos personales y aislados le cuesta profundizar en esa confluencia de motivos reestructurados que lo están convirtiendo prototipos informatizados. Desmontando las relaciones humanas donde la comunicación se convierta es silencio y resultados. Donde la infancia se condicione mediante la imposición de normas que desfavorecen la relación y la espontaneidad. El futuro ya está aquí y para ello hay que pagar un alto coste. Nada es más libre que la imaginación humana y la civilización sabe el peligro de crear un mundo paralelo a la raza humana. Hoy admiramos muchos de esos grandes avances pero si el ansia de continuar proyectando nuevas tecnologías sin límites ni contención se nos llevará irremediablemente a un universo frío y sin sol.