Últimas cenizas de septiembre

Ya se envuelve septiembre en su manta de lana esperanzada mientras algunos se resisten a ocultar su tristeza. No se trata de otro septiembre como los que conocíamos sino que hoy le vemos arder entre las cenizas del recuerdo y las esperanzas contenidas ante un destino de incierto. ¿Cómo podremos albergar esos momentos en los nada importaba y que ahora nos arrepentimos de no haber sido más cuidadosos en la convalecencia? Todos nos echamos la mano a la cabeza y con rabia contenía intentamos hacer que nuestra culpa sea más pequeña y que las circunstancias que ahora vivimos sean de tal calibre que amedrantan. Últimas cenizas de este septiembre que ya se escurre de entre nuestras manos pero que sus pasos son decisivos y su actitud es gris como la incertidumbre. Hoy aún no estamos lo suficientemente convencidos de que todo pasará, pero lo que no sabemos es en que realidad quedaremos. El silencio del otoño se va quedando mudo porque nosotros tenemos que estar recluidos en ese letargo impuesto por la falta de razón, nuestro compromiso más decepcionante con la naturaleza y por creer que todo esto es una fiesta. Los parques quedarán sin el crujir de nuestros pies cuando pisábamos sus hojas. Las tardes dormirán sin esa última parada en el café de la esquina. Y las mañanas serán como calles solitarias entre ventanas cerradas. Pero las cenizas de este otoño que desvanece quizás sean las encargadas de reavivar esa vida que ahora hemos confinado a merced del tiempo.

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