El alto vuelo de la mirada

Como ausente a todo lo que circula bajo ella la paloma negra otea el horizonte desde la torre blanca. Junto al mar medio gris se levantan todas esas buenas inteciones que a diario pronunciamos ante el triste paisaje que ahora inunda el paseo de Martiánez. Un lugar privilegiado y de mucho glamour en épocas anteriores y donde el bullicio y el paseo eran la nota dominante de una ciudad en completa ebullición turística. Pero la paloma de nuestro artículo hizo que me fijase en ella esta mañana y aunque no podía divisar su cara por la altura se la sentía orgullosa contemplando el mar y las palmeras bajo sus patas. Mirando al horizonte se quedaba cuando las campanas de la iglesia daban las doce y yo proseguía mi paseo junto al mar. Quizás en algún momento podamos despertar de esta pesadilla y con la lección aprendida comencemos observando toda la belleza que ahora dormita por las calles del Puerto de la Cruz.

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