
La savia, el néctar de la vida, dónde cada persona almacena la herencia racial a la que llamamos conocimiento se va deteriorando a medida que la humanidad trata de enfrentarse a la razón y disipiar la conciencia. Buscamos a menudo cosas que ni tan siquiera nos hacen falta con el único propósito de almacenar bienes, al mismo tiempo que nos desnudamos de valores intrínsecos en cada uno de nosotros. ¿Pero vale realmente la pena esprimir este potencial único y personal para hacer ver al mundo que somos invencibles? La savía nueva que emerge de la tierra es la que trata de crear nuevos pilares para el crecimiento del mundo, del hombre y configurar un futuro aceptable y justo para todos. El árbol expande sus raíces y no sabe con seguridad que puede que no lleguen muy lejos porque alguién frustre su desarrollo. Las catástrofes naturales son la únicas exentas en cambiar las cosas de sitito. De remover la tierra y el mar intentando buscar su orígen cuando se ha visto amenazada. Pero el hombre no tiene el visado para truncar la vida de nadie. Sea cual fuera su condición jamás podrá estar por encima del hombre para hacer su voluntad y ocasionarle sufrimiento. La savia de la vida es la pócima natural de ésta y con ella el mundo evoluciona y crea. Sabiduría que el futuro necesita para que la raíces de la humanidad se mantengan a pesar de la locura de unos y el descuido de otros.