
No es fácil andar el camino cuando los obstáculos se interponen, únicamente el deseo de hacerlo, de descubrir y de encontrar se convierte en el bastón que nos ayuda a ser constantes. Cuando estamos presentes el mundo está verdaderamente vivo. Darnos cuenta de que lo esencial es invisible a los ojos y si en algún momento hemos construido castillos en el aire no tienen porqué perderse. Es el momento de poner los cimientos debajo. No hemos dejar que un sólo día sea igual al anterior porque todos los días son diferentes. Igual que los caminos cuando nos echamos a andar, ninguna curva es idéntica ni tampoco las piedras que tenemos que evitar de la misma manera. Presta atención a todos los momentos porque la oportunidad «ese instante mágico» está a nuestro alcance. ¡Tengo un día, si lo sé aprovechar tengo un tesoro! El verdadero camino es aquel que el andariego conoce y hace suyo desde el primer paso porque el aunténtico viaje es aquel que culmina con la transformación de alguién en la mejor versión de sí mismo. Los árboles, el bosque y el mar son las asignaturas pendientes para una educación de futuro que apueste por la vida.