A vista de pájaro

Hoy por hoy ya nos vamos acostumbrando a intuir todo aquello que nos va siendo sospechoso. Y a pesar de no tener demasiados medios siempre está esa coma o ese acento que nos enciende la lucecita de la intuición. Cuando el silencio es el cofre de las decisiones malévolas y los negocios turbios es difícil encontrarnos con llave maestra. Nada se esconde bajo el sol a pesar de estar protegidos de todos los elementos existentes, porque la verdad es transparente y la mentira opaca. A vista de pájaro vamos comprendiendo todo ese mundo que subyace bajo nuestros pies, nuestros intereses y también nuestra libertad, dado que la torpeza es el arma que se convierte en el obstáculo de lo que no es legal. Ni las togas, ni las magistraturas pueden llegar a tapar las malas decisiones. Ni los semblantes de los que llegan a creerse lo que jamás han sido o llegan ser por las credenciales de sus nefastas combinaciones para enriquecimiento personal. A la vista están sus vergüenzas y en la forma de actuar sus intenciones por mucho que intenten disimular. Cuando todo se viene abajo de nada sirve apretar los puños ni las mandíbulas. Cuando las verdades cuentan y cantan al unísono nada permanece oculto y el sol ya no es amarillo ni la noche se cubre de estrellas porque las pesadillas irrumpen y la vida cotidiana va dejando al descubierto los borrones de sus actitudes. Desde el aire todo parece distinto, sí, pero también todas las verdades se aprecian con mayor claridad. Y eso que no tenemos la bola de cristal, pero sí el cristal con el que se miran muchos de los se dicen importantes.

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