El Gigante Silencioso abandona el nido de La Ranilla donde nació y creció para emprender un nuevo vuelo sin perder el rumbo que marcaron sus inicios. Una independencia para asegurar su identidad y avanzar con personalidad propia con el objetivo de ayudar a pensar a quienes tengan la amabilidad de asomarse a esta ventana, especialmente en estos tiempos apasionantes y convulsos que nos han tocado vivir.