La aportación que la tecnología realiza a diario en todos los ámbitos de nuestra existencia es incontestable, pero el uso intensivo de los dispositivos digitales y otras tecnologías de la comunicación cambia nuestra forma de ser. Inhibe nuestro pensamiento y genera ansiedad. «Demasiada estimulación digital puede convertir a personas que, en condiciones normales estarían perfectamente, en personas psicológicamente vulnerables» según Strayer. Es una forma de estar solos en compañía de otros. Queremos estar en varios lugares a la vez y hallarnos conectados con un sinfín de sitios diferentes. Huir de las conversaciones nos incapacita para la reflexión que es la base del crecimiento personal. Héroes de un día y espías de nada que hacen tambalear la estabilidad social creyéndose los salvadores del mundo.