El universo es completo y perfecto. En él no cabe error. Nada está ahí por azar. La totalidad de la única canción está maravillosamente sincronizada. Tenemos que poner manos a la obra. En estos días que representan experiencias de abundancia y de escasez nuestros mayores no están siendo valorados como se debiera. La historia del ser humano es una historia de divisiones, en vez de unidad. Pero también nuestra historia está repleta de referencias sobre como nos hemos ido dividiendo, hemos crecido y hemos aprendido. En esa unidad que es la humanidad hemos preferido practicar la división en detrimento del todo. La desestructuración de las familias, la violencia son las peores conductas del ser humano en esa unidad. Es preciso recobrar el prestigio de la ancianidad y de las tradiciones que ellos mismos nos trasmiten. Nuestros mayores son muy necesarios. Ahora que nuestra sociedad se encuentra atrapada entre el alzhéimer y la realidad virtual sus funciones siguen siendo transcendentales. Distinguir lo útil de lo superfluo como parte de ese aprendizaje. La vejez no tiene edad. La mente no necesita dinero para viajar, la mente viaja gratis a través del tiempo y de los lugares. Cada suceso y cada gesto queda registrado en las arrugas de nuestra piel como una escritura indeleble que nos recuerda que la vida es como una taza de té que hay que apurarla hasta el último sorbo, hasta el trago más amargo. Es preciso y es precioso acordarse de vivir y como bien dijo E.Galeano; «El misterio está en la esperanza y si quieres conservar todas tus plumas no atravieses el bosque».