Hablar de redes sociales hace más de treinta años era poco menos que hablar de locura generalizada. En la era de las tecnologías este término ha pasado a ser parte de nuestro vocabulario y sin darnos cuenta nos ha ido atrapando de una manera asombrosa. Teniendo su particular virtud los sistemas de conexión entre las personas han ido creciendo y ni el tiempo ni la distancia pueden poner freno a esas corrientes. Pero Internet es una arma de doble filo y muchos lo desconocen. A pesar de estar a la última de avances y localizaciones siempre los «pardillos de turnos caen en el ignorancia». Siglas, números, contraseñas, y emoticonos son los signos de puntuación que los internautas utilizamos como arma de trabajo, expansión, divertimentos y que es una de las cosas que podemos realizar con un solo clik . En un parámetro de 140 caracteres podemos llegar a cometer las más mayores atrocidades. Desde desmontar una idea, hacer daño emocionalmente a alguien, dar una opinión poco acertada y miles de guiños que a la larga pueden ser desastrosos. La memoria no descansa, ni tan siquiera en esa máquinas magistrales llamas PC que todos tenemos sobre la mesa. A la larga todo aquello que decimos revierte sobre nuestra intención y puede llegar a pasarnos factura. ¿Cómo puede una persona preparada hablar a voces de su manera de pensar en una sociedad donde todo está estructurado para que las noticias fluyan sin control? Predicar en el desierto es más fiable ya que allí no nos escuchan. Bueno eso solamente podría ser una suposición, porque tal vez los hombres azules del Sahara estén organizados con la tablets o con los ordenadores inteligentes. ¡Tiempo al tiempo señores! Mucha precaución.