Se dice que la esperanza engendra una creencia y después trata de encontrarla. Paraíso que han queda sepultados bajo el polvo de las montañas y que todavía rememoran su existencia en el recuerdo. En esa instantánea recogida casi al azar porque jamás piensas que todo eso puede ser eliminado de la faz de la tierra. Fríos amaneceres en el techo del mundo, a solo unos pasos de esa eternidad silenciosa de las montañas. Pueblos bulliciosos entre olores singulares de tierra fuego y devoción. Aquel amanecer perdido entre tantos otros ha quedado inmortalizado para siempre entre las mañanas de sol en Katmandú.
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