Azul, espejo del cielo, porque la vida como siempre se ha hecho, se vive a si misma. En todas las cosas y al mismo tiempo en ninguna. La vida es una ofrenda y se nos muestra ahora, ahora y también ahora. Azul que en su gélida frialdad sabe acariciar sensaciones únicas. Con ese el legado más precioso y más preciso de su eterna sabiduría. Abrir su intimidad y bordar con su mensaje el propósito de nuestro destino. Saber circundar sus estelas de sal para descifrar el camino y llegar a buen puerto. Aunque intentemos esquinar obstáculos e inventar barricadas no es posible engañar a todas esas circunstancias que nos delimitan las coordenadas de esas cartas de navegación a las que siempre estaremos sujetos.