La vida es un instante lleno de matices, de sonidos, asombros y dolor. En ese espacio caben todos los misterios que nos forman, que nos enseñan y que nos apelan hacia esa sabiduría innata de las cosas. ¿Aprovechamos bien ese legado? Tal vez muchos crean que controlan cada unos de los ínfimos instantes que la forman, pero jamás podremos hacernos con el control de ella por muy bien preparados que estemos. Un mariposa puede ser la dueña de un paisaje bajo nuestros ojos. Una flor puede emborracharnos de su colorido a la vez que hacernos sucumbir frente al variopinto entramado de la naturaleza. ¿Qué hay de verdad en todo lo que atrapamos con nuestros sentido? En realidad todo, ya que sin ese sentir nunca podríamos saber lo que las milésimas de minuto que tejen nuestra existencia nos muestran y nos condenarían a un caos de sombras y de silencios. La brevedad es el instante perfecto para poder llegar a SER.