Pero no aquella melodía que todos hemos cantado alguna vez. Sola está la bandera española, igual que el país por la necedad y el infantilismo de quienes dicen llenarse la boca con la palabra «Constitución, política, progreso» Pero la casa está por barrer y los problemas crecen. Tristeza en las ciudades y bullicio en los chiringuitos playeros que están a rebosar. Como si de espuma de jabón se tratase las costas su inundan de forasteros y los nacionales que aún han podido rascar algunos euros de los ahorros se han lanzado a la aventura de las largas colas hasta llegar a su destino. Y es que parece que gusta vivir a trompicones. Cierto es que los ciudadanos de a pie nada podemos hacer por remediar la cuestión política y más aún cuando las batallitas se han convertido ya en una norma. Al final de todo este verano de calor, incendios, angustias bursátiles, terrorismo y lo que quieran ustedes echarle al caldero del gazpacho nos hará llegar irremediablemente a la rutina. Septiembre, colegios, gastos y más gastos que ya se cuecen en las cocinas de la Moncloa con los presupuestos y los recortes. ¡Mejor vivir que son dos días! lo que venga nadie nos lo quietará de encima porque sabios los hay, pero listos en demasía.