Suspendidos de un hilo los diamantes de agua juegan con nuestra imaginación. Lejos de la realidad las gotas de rocío emulan un collar vespertino que ya nos anuncia el despertar del día. Sobre un fondo en negro y bajo la atenta mirada de las primeras horas del amanecer se plasma un lienzo con cristales de luna y vapores de agua. Allí donde nada tiene explicación pero todo cumple con el exacto mandato de una naturaleza que se expande como una colcha tejida de por las agujas del tiempo y el aroma de los campos.