Cerca de nuestra casa o de nuestro trabajo siempre encontramos a esas personas que con un sonrisa y un décimo nos pueden cambiar la vida. Cuando eso ocurre son ellos los que se sienten más dichosos por habernos dado ese pellizco de felicidad. Bajo las inclemencias del tiempo, haga frío, llueva o tengamos un sol de justicia el rincón o portal donde están nuestros amigos siempre permanece abierto para nosotros. Y es que no son solo ellos sino también esas personas que hacen posible este encuentro. Sus compañeros/as que comparten las horas vendiendo y protegen al trabajador.  Días, horas semanas, meses y años creando amistades, compartiendo desvelos y preocupaciones pero sobre todo entendiendo que la vida es lucha, tengas la incapacidad que tengas, solo que hay que saber donde están nuestros principios, donde guardamos nuestros sueños y donde conquistamos a nuestros amigos. Todo un reto que a diario salpica nuestras calles y plazas haciendo de cada día un trozo de ilusión y sobre todo convirtiéndonos en gente más feliz.