Ahí, donde la Creación nos enseña su final, a la vez que la continuidad de la misma. Estamos asistiendo a una película de desenfreno, desánimo y apatía que a la vez nos convulsiona y nos condiciona aunque no lo vemos. «Creer posible algo es hacerlo cierto» El principio y el fin, la derrota y el renacer de nuevo. Estamos tan bloqueados mentalmente que no nos hemos percatado que hemos ido perdiendo paulatinamente nuestro sentido de «Ser», esa palabra tan pequeña y en sí lo contiene todo. Nos hemos metido de lleno en esa espiral carente de desafíos, de retos y de ilusiones. ¿Es que ya nada nos importa como antes? Eso si cada ocaso nos recuerda que la vida volverá a nacer, pero la luz que nosotros creemos será la que cubra y nos abrace. No hay que cambiar al «Ser» por otra cosa mejor o de lo contrario nos iremos perdiendo de nosotros mismos en esa espiral sin sentido a la que solemos llamar tiempo, progreso y humanidad y bien poco tiene de cada una de ellas. ¿Hacia donde vamos? Hay que hacer algo pero no pensar en hacer algo porque no funciona así. Hay algo hay tan evidente como la muerte; la vida.