La vida está llena de privilegios, unos dignos, otros no. Favorecerse a costa de otros no lleva sino a la descomposición de un estado o comunidad que termina haciendo aguas por todas partes. Hoy se habla de favores a cambio de favores sin ningún escrúpulo y sin pensar jamás en el mal que producen dichos «privilegios» sin sentido ni razón. La alarma social que se crea frente muchos problemas de primera mano son gran parte producidos por este tipo de «favoritismos». Cuando las leyes se cumplen y no se trata de burlar requisitos de las mismas todo funciona. El privilegio es una gracia o exención que se concede a una persona. Pero la palabra privilegiar está hoy en día muy manoseada ya que se le ha atribuido una cantidad de beneficios sin merecerlos. Pensiones vitalicias después de ocho años en el poder, aforamientos que procuran el grado de intocables a ciertas personas, son muchas de las numerosas causas por la que este país se convierte a diario en la plaza del pueblo y la ventana del mundo. Vergüenza no, compromiso y saber hacer, es lo adolece hoy en día. ¡Privilegiados aquellos que delinquen porque de ellos será la victoria! Es el lema de hoy por desgracia, pero que no se convierta en el prefacio de mañana.