Quizás mañana sea cuando encontremos el comienzo de ese hilo conductor que nos depare un poco de tranquilidad. Pero el mañana no ha llegado todavía y el pasado ya se nos fue. En el umbral de esa mente en la que hoy habito viajo con los ondulados rizos de ese mar que contemplo. En el fin de la isla, donde quizás haya una vuelta o una esquina que nos dibuje todo un panorama de ilusiones para asentar nuestras esperanzas. Junto a la roca volcánica que yace junto a la carretera, el increíble azul del océano se balancea en un horizonte al abrigo de las montañas. Desde el litoral de Garachico, pueblo acunado por las vertientes y azote del mar en las tempestades, se enmarca en el vértigo de la mirada como un desafiante capitán que todo lo puede y que en todo se respalda. La Punta de Teno nos contempla con la mirada vaga en otro despertar que «quizás mañana» no remolque a otros estadios más firmes y placenteros.