Vivimos en lo que denominamos nuevo mundo. Nos sentimos seguros del progreso que ha tenido el hombre, y ahora que parece que todo lo sabemos no estamos del todo satisfechos con nuestros logros. La propia naturaleza se revela en muchos de los avances y en otras momentos nos da enseñanzas valiosísimas de que «con ella no se juega». El mundo de ayer nos parece mundano y fuera de contenido. Tras las puertas de las civilizaciones antiguas se hallan tesoros escondidos; no de riquezas sino de sabiduría. Ahora y más concretamente hoy, el barco de la civilización dará un golpe de timón que se hará notar por muy lejanos que estemos de ese mar donde todo es posible y en el cual hace falta mucha decisión y firmeza. Cada minuto nos está ofreciendo miles de oportunidades y solo hay que saber cogerlas a tiempo. De lo contrario esas puertas del nuevo mundo volverán a cerrarse guardando tras de si la pócima mágica de las futuras generaciones. Desconfiemos de la incomunicabilidad entre personas, entre naciones, entre culturas ya que es la fuente de la violencia. No perdamos nada de nuestro tiempo. Quizás los hubo más bellos pero este es el nuestro.