Cuando nuestros sentidos se sorprenden con las ráfagas de luz que la idiosincrasia de una cultura nos muestra a pie de calle. La calle Mequínez del Puerto de la Cruz se ve salpicada de pequeños destellos artísticos a la vez que urbanos donde la creatividad y el buen hacer de unas manos artesanas decoran nuestro paseo. La educación en nuestra sociedad tiende a estremecernos desde muy temprana edad para que seamos cautelosos estimulando nuestra prudencia. Cautela sí, pero no privación de libertad. El aburrimiento es debilitante y malsano psicológicamente. Cambiar la estructura por un desafío nuevo y atrayente nos vincula a esa creatividad que a veces permanece soterrada en unos cánones impuestos. Junto al paseo del caminante se hallan muchas de las respuestas que a veces buscamos lejos de nosotros y que sin embargo tienen toda la fuerza necesaria para que, al llegar a una esquina nuestro destino pueda llegar a cambiar  rotundamente. Como las notas de un pentagrama descubrí el mundo a través de sus colores y de los lazos de creatividad que lo confeccionaban. Vale la pena andar y descubrir