El sol nos hizo un guiño a nuestro paso por el muelle. Tarde fría de un enero atípico, donde el cielo casi cubierto juega al escondite con las bajas temperaturas. La trasversal silueta del horizonte descifra más claro que nunca nuestro límite con un más allá donde quizás estén las respuestas a nuestros miedos, o tal vez desde donde podamos alcanzar ese momento único de la redención de la naturaleza frente a lo sublime. Cual espada justiciera introduce su colorido cuerpo y desde allí creará un arco luminoso hasta donde nuestras pupilas sean capaces de alcanzar.