Lejos del mundanal ruido de la ciudad, en un recoleto rincón guarda su espinosa presencia el jardín de cactus. Como cirios blancos y peludos miran al cielo en un proyecto de superación infinita que les condiciona a ser como los vigilantes de la noche en medio del verde jardín. Desde su áspera presencia nos muestran la delicada sabiduría de la naturaleza que, a pesar de sus espinas, siempre hay un lugar para la belleza agreste de una flor.
Entre dragos y palmeras vamos deshaciendo el camino y nos quedamos por unos momentos contemplando la sintonía que emerge desde el suelo.
Al final todo queda donde estaba. Sobre la pedrisca, entre el crujir de nuestras pisadas, las grandes palmeras y bajo el tibio sol que otra tarde nos regala para contemplar la inmensa sabiduría de su árida presencia.
Felicidades, la expresión «mundanal ruido» me encanta. Es de Fray Luis de León en su Oda a la Vida retirada. Un saludo.
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