Mientras los helechos desmayan sus cuerpos por la balconada del edificio el sol picante del mes de mayo se cuela por los cristales. Como un ser esquivo y virtuoso enrama sus tonalidades más variopintas emulando la suspicaz intención de un tiempo entre aire y luz, cordura y locura. El cielo está ausente a la vez que condiciona cada uno de nuestros movimientos reflejándose en las pantallas transparentes de cada ventana. Conformes a nuestro ir y venir diario el futuro se enrosca entre los hierros de las lámparas y bajo el instante en el cual nuestra mirada se siente conquistada por el patio. Hotel Marquesa en el Puerto de la Cruz, que guardas tanto en tu envoltura y que casi sin percibirlo pierdes frente a nuestra cámara la virginal esencia de toda tu historia.