Conmueve y mucho ver a la naturaleza despertar en sus mañanas. Contagiarnos de su sabia presencia y de la horizontal cuna de sensaciones que emergen desde este rincón del Parque Nacional de Las Cañadas del Teide. Las retamas amarillas y las violetas sacuden un paisaje de lavas y silencio, desde los roques más altos a la planicies más desérticas. Mañana comenzamos junio y éntrelas bambalinas de ilusiones y proyectos de un verano incipiente nos sincronizamos con esta naturaleza virgen de las cosas perfectas en su imperfección y estimulantes en un deseo de encontrarnos con todo aquello que hemos ido construyendo desde meses atrás. Vientos revueltos susurran en las planicies de las ciudades, de los gobiernos y de la economía, pero mientras tanto seamos capaces de echar un pulso a la vida que bien merece la pena. Lo demás es puro teatro.